lunes, 1 de abril de 2013


Los radicales libres
y el papel de los antioxidantes

Los antioxidantes atraen y retienen a los radicales libres que están asociados con muchas enfermedades cerebrales.

El doctor Denham Harman, padre de la teoría de los radicales libres del envejecimiento, merece un lugar especial en la historia de la ciencia y en el campo de la gerontología

Dr. Denham Harman
A raíz del último artículo publicado en este Blogger sobre “Alimentar tu cerebro es enriquecer tu vida”, donde describimos el papel de los micronutrientes, en los que se apoya el cerebro para proteger sus células del daño y las disfunción, una lectora me solicito un escrito donde le explique que son los radicales libres  y el papel que cumplen los antioxidantes.
Los radicales libres son átomos, por lo general de oxígeno, altamente reactivos e inestables, que se liberan cuando el alimento es metabolizado en nuestras células para producir energía. También se producen por influencias externas cuando nuestro organismo recibe el impacto de diversos contaminantes o radiaciones. La inestabilidad de los radicales libres se debe a que han perdido uno de sus electrones e intentan reponerlo tomándolo de otros átomos.  Esto crea una reacción en cadena que ocasiona grandes daños a nuestras células, daños que se manifiestan en envejecimiento y un buen número de enfermedades.

Un bombardeo diario a nuestras células
Millones de radicales libres bombardean diariamente nuestras células. El hecho de que necesiten tantos años para causar daños mayores es un tributo a la eficacia de las enzimas que produce nuestro propio organismo para neutralizarlos. Nuestro sistema está luchando contra radicales libres a cada momento del día. El problema para nuestro sistema se produce cuando tiene que tolerar de forma continuada un exceso de radicales libres. El exceso es producido mayormente por contaminantes externos que penetran en nuestro cuerpo. La contaminación atmosférica, el humo del tabaco, los herbicidas, pesticidas o ciertas grasas son algunos ejemplos de elementos que generan radicales libres que ingerimos o inhalamos. Este exceso no puede ya ser eliminado por el cuerpo y, en su labor de captación de electrones, los radicales libres dañan las membranas de nuestras células, llegando finalmente a destruir y mutar su información genética, facilitando así el camino para que se desarrollen diversos tipos de enfermedades. La acción de los radicales libres está ligada al cáncer así como al daño causado en las arterias por el colesterol "oxidado", lo que relaciona directamente estas moléculas con las enfermedades cardiovasculares.

Algunas veces son buenos y otras veces son malos
Los radicales libres no son intrínsecamente malos. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus. Los radicales libres producidos por el cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son neutralizados fácilmente por nuestro propio sistema. Con este fin, nuestro cuerpo produce unas enzimas (como la catalasa o la dismutasa) que son las encargadas de neutralizarlos. Estas enzimas tienen la capacidad de desarmar los radicales libres sin desestabilizar su propio estado.
La incapacidad de nuestro cuerpo para neutralizar los radicales libres a los que nos exponemos diariamente nos obliga a recurrir a nutrientes con la propiedad de neutralizarlos, como ya lo señalamos en el artículo a que hicimos referencia. Estos nutrientes actúan liberando electrones en nuestra sangre que son captados por los radicales libres convirtiéndose así en moléculas estables. Los compuestos con esta capacidad reciben el nombre de antioxidantes y recientes estudios han demostrado que pueden ser la protección  más eficaz contra el envejecimiento celular y las enfermedades degenerativas.
En otras palabras, los antioxidantes son sustancias que tienen la capacidad de inhibir la oxidación causada por los radicales libres, actuando algunos a nivel intracelular y otros en la membrana de las células, siempre en conjunto para proteger a los diferentes órganos y sistemas.
A mediados de la década de 1950 el Dr. Denhan Harman de la Universidad de Nebraska se convirtió en el primer investigador en sugerir que los radicales libres son una causa importante del envejecimiento a nivel celular.  Esta hipótesis, ridiculizada al principio, ha recibido amplia confirmación y se ha convertido en uno de los principales focos de interés en la investigación científica del envejecimiento y las enfermedades degenerativas.

El autor de la teoría de los radicales libres
El padre de la Teoría de los radicales libres del envejecimiento, Denham Harman, merece un lugar especial en la historia de la ciencia y en el campo de la gerontología. En 1946, leyó un artículo en el New York Times, que sugería que deberíamos ser capaces de frenar el proceso de envejecimiento (incluso teniendo en cuenta nuestro nivel de la ciencia en ese momento). Esto lo llevó por un camino que conduciría a una investigación importante en los efectos de los radicales libres en el envejecimiento y los potenciales de los antioxidantes dietéticos.
En 1954, Harman se convirtió en un investigador asociado en el Laboratorio Donner de Física Médica en California. Dada la reciente detonación de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, los efectos de la radiación sobre los seres vivos es un tema de gran interés y de financiación. El gobierno financió esta investigación radioterapia temprana a través de la Oficina de Inteligencia Naval, el conducto de la financiación de muchos proyectos de alto secreto, incluido el estudio de Harman.
Publicó el primer estudio de antioxidantes dietéticos en 1957, utilizando 2-mercaptoetylamine, el compuesto radioprotectora más potente que se conoce en el momento. El resultado de este estudio fue un modesto aumento de 20% en la vida útil, que muestra una conexión definida entre los radicales libres y el envejecimiento. La teoría de Harman y sus resultados se vieron ensombrecidos en 1959, cuando Howard L. Curtis publicó “La teoría de la mutación somática de la Tercera Edad” , que ha demostrado ser extremadamente popular en los círculos científicos. La teoría fue refutada Curtis finalmente en 1974 por un artículo sobre el ADN por los científicos RW Hart y RB Sellow, publicado en "Proceedings of the National Academy of Science.
En 1985, Harmon fue uno de los fundadores de la Asociación Internacional de Gerontología Biomédica (IABG). A los 93, continúo su labor como profesor emérito de la Universidad de Nebraska Medical School. Los trabajo pionero de Harman sobre las causas del proceso de envejecimiento se mantendrá preservado para siempre en la historia de la gerontología. 
En 1995 fue nominado para el Premio Nobel de Medicina. Actualmente tiene 97 años.

En la elaboración de este artículo, en lo referente a la personalidad del doctor Harman, colaboro el escritor John Colman, de H + Covers Technological Scientific, quien público en el 2009, un trabajo sobre Lideres de la Gerontología Moderna. (Foto y dibujo cortesía de Valdeperillos y de Nanosalud. Inf.)


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