El costo de las demencias
se duplicara en el 2040
por el número de afectados
Aun cuando estas enfermedades se presentan en distintas edades, lo más
común es que se asocie con el inexorable envejecimiento, particularmente
después de los 75 años. Sin embargo hay que enfatizar que vejez no es sinónimo
de demencia.
El coste que acarrearán las demencias como consecuencia de su impacto
socioeconómico será cada vez mayor. Así lo revela un estudio publicado en la
revista “The New England Journal of Medicine”, que indica que en EE.UU. este
tipo de enfermedades supusieron en 2010 un coste de entre 157 y 215.000
millones de dólares, muy similar al de las enfermedades coronarias e incluso
superior al del cáncer.
Lejos de mejorar estas cifras, y dado que se espera que ese incremente
el número de afectados por deterioro cognitivo, por el aumento de la esperanza
de vida.
El cálculo del coste de la
demencia es 'todo un desafío. Primero, porque la demencia coexiste con otras enfermedades
propias de la edad, y segundo porque en muchos casos son los familiares quienes
se hacen cargo del cuidado del paciente'
Ante tal expectativa, y con el “objetivo
de que los gobiernos tomen medidas”, los autores de esta investigación intentan
facilitar datos lo más exactos, sostienen los economistas que evalúan esta problemática,
según la antes mencionada publicación.
Otro trabajo publicado por La Federación de Asociaciones de Personas
con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid, revela que la
demencia tiene un “precio indirecto” referido, por ejemplo, a las personas que
se ven obligadas a abandonar el mercado laboral para dedicarse al cuidado de un
familiar con Alzheimer'.
A diferencia de estudios anteriores, aseguran los investigadores, este
trabajo excluye precisamente los gastos indirectos que se puedan derivar de la
demencia se asemeja al coste sanitario directo de las enfermedades coronarias
(102.000 millones de dólares) pero que sigue superando al del cáncer (77.000
millones de dólares). Lo cierto es que, después de analizar varios estudios
sobre la salud en estadounidenses mayores de 51 años, “observamos que a partir
de los 71, el 14,7% desarrollaba demencia y entre el 75% y el 84% de los gastos
que conllevaba este trastorno no eran sanitarios directos, sino que se debían
al ingreso en residencias y a los cuidados (formales o informales) en el hogar”
Es decir, “el enfermo de Alzheimer no es especialmente costoso. Lo
caro no es la enfermedad sino la dependencia y esto es lo que habría que
intentar retrasar”.
Por qué la dependencia familiar
del enfermo?
En el caso del Alzheimer, cuando las regiones del cerebro que sirven
para percibir, pensar y actuar (áreas de asociación) se dañan y dejan de
funcionar normalmente, por la causa que sea, entonces aparecen los síntomas de
la demencia. Se afecta el lenguaje, la movilidad voluntaria, la capacidad para
reconocer e identificar objetos y personas.
Llega el momento en que no puede organizarse el pensamiento para
realizar cualquier cosa, en particular algo que implique cierto nivel de
abstracción. La memoria, en las distintas variedades de demencia, tiende a
diluirse – a veces de forma gradual, otras no tanto - hasta que la persona enferma
termina siendo incapaz de recordar nada acerca de sí misma, ni de la gente a su
alrededor.
El desconocimiento involuntario por parte del paciente de sus
familiares y amistades marca el punto de inflexión de mayor sufrimiento
emocional.
Es casi imposible pensar que una persona “normal” pueda resignarse
fácilmente a quedar reducida a un ente ajeno e indiferenciado frente a la
mirada perdida de su enfermo. No importa cuánta información médica esté
disponible, el trauma psicológico es inevitable y devastador para quienes se
perciben como testigos impotentes.
Las causas más comunes de la demencia tienen que ver con la afectación
neurológica de las estructuras cerebrales y de los vasos sanguíneos. En
ocasiones, este daño es progresivo e irreversible, otras veces puede detenerse
y revertirse.
Aun cuando la demencia se presenta en distintas edades, lo más común
es que se asocie con el inexorable envejecimiento, particularmente después de
los 75 años. Sin embargo hay que enfatizar que vejez no es sinónimo de
demencia.
Debido a que la pérdida cognitiva va dificultando hasta las
actividades más simples, los pacientes tienden a aislarse sintiéndose
desorientados.
Hay quienes no se dan cuenta de lo que les está ocurriendo y llegan a
tener alucinaciones, delirios persecutorios y conductas extrañas.
Frente a este panorama resulta inquietante saber que el financiamiento
destinado por la poderosa industria farmacéutica mundial al desarrollo de
nuevos medicamentos está en picada a pesar de los promisorios avances en
genética. Durante los tres años previos casi se han suspendido inversiones para
nuevos tratamientos en depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia y otras
enfermedades psiquiátricas, incluyendo demencia.
Fuentes para la elaboración
de este artículo: “The New England Journal of Medicine”,
Diario “El
Economista, México y Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad
Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid, España
Twitter:@PardeyBlogger
e-mail: pardeyblogger@gmail.com
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