viernes, 19 de abril de 2013


El costo de las demencias
se duplicara en el 2040
por el número de afectados

Aun cuando estas enfermedades se presentan en distintas edades, lo más común es que se asocie con el inexorable envejecimiento, particularmente después de los 75 años. Sin embargo hay que enfatizar que vejez no es sinónimo de demencia.

El coste que acarrearán las demencias como consecuencia de su impacto socioeconómico será cada vez mayor. Así lo revela un estudio publicado en la revista “The New England Journal of Medicine”, que indica que en EE.UU. este tipo de enfermedades supusieron en 2010 un coste de entre 157 y 215.000 millones de dólares, muy similar al de las enfermedades coronarias e incluso superior al del cáncer.
Lejos de mejorar estas cifras, y dado que se espera que ese incremente el número de afectados por deterioro cognitivo, por el aumento de la esperanza de vida.
El cálculo del coste de la demencia es 'todo un desafío. Primero, porque la demencia coexiste con otras enfermedades propias de la edad, y segundo porque en muchos casos son los familiares quienes se hacen cargo del cuidado del paciente'
Ante tal expectativa, y con el “objetivo de que los gobiernos tomen medidas”, los autores de esta investigación intentan facilitar datos lo más exactos, sostienen los economistas que evalúan esta problemática, según la antes mencionada publicación.
Otro trabajo publicado por La Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid, revela que la demencia tiene un “precio indirecto” referido, por ejemplo, a las personas que se ven obligadas a abandonar el mercado laboral para dedicarse al cuidado de un familiar con Alzheimer'.
A diferencia de estudios anteriores, aseguran los investigadores, este trabajo excluye precisamente los gastos indirectos que se puedan derivar de la demencia se asemeja al coste sanitario directo de las enfermedades coronarias (102.000 millones de dólares) pero que sigue superando al del cáncer (77.000 millones de dólares). Lo cierto es que, después de analizar varios estudios sobre la salud en estadounidenses mayores de 51 años, “observamos que a partir de los 71, el 14,7% desarrollaba demencia y entre el 75% y el 84% de los gastos que conllevaba este trastorno no eran sanitarios directos, sino que se debían al ingreso en residencias y a los cuidados (formales o informales) en el hogar”
Es decir, “el enfermo de Alzheimer no es especialmente costoso. Lo caro no es la enfermedad sino la dependencia y esto es lo que habría que intentar retrasar”.

Por qué la dependencia familiar del enfermo?
En el caso del Alzheimer, cuando las regiones del cerebro que sirven para percibir, pensar y actuar (áreas de asociación) se dañan y dejan de funcionar normalmente, por la causa que sea, entonces aparecen los síntomas de la demencia. Se afecta el lenguaje, la movilidad voluntaria, la capacidad para reconocer e identificar objetos y personas.
Llega el momento en que no puede organizarse el pensamiento para realizar cualquier cosa, en particular algo que implique cierto nivel de abstracción. La memoria, en las distintas variedades de demencia, tiende a diluirse – a veces de forma gradual, otras no tanto - hasta que la persona enferma termina siendo incapaz de recordar nada acerca de sí misma, ni de la gente a su alrededor.
El desconocimiento involuntario por parte del paciente de sus familiares y amistades marca el punto de inflexión de mayor sufrimiento emocional.
Es casi imposible pensar que una persona “normal” pueda resignarse fácilmente a quedar reducida a un ente ajeno e indiferenciado frente a la mirada perdida de su enfermo. No importa cuánta información médica esté disponible, el trauma psicológico es inevitable y devastador para quienes se perciben como testigos impotentes.
Las causas más comunes de la demencia tienen que ver con la afectación neurológica de las estructuras cerebrales y de los vasos sanguíneos. En ocasiones, este daño es progresivo e irreversible, otras veces puede detenerse y revertirse.
Aun cuando la demencia se presenta en distintas edades, lo más común es que se asocie con el inexorable envejecimiento, particularmente después de los 75 años. Sin embargo hay que enfatizar que vejez no es sinónimo de demencia.
Debido a que la pérdida cognitiva va dificultando hasta las actividades más simples, los pacientes tienden a aislarse sintiéndose desorientados.
Hay quienes no se dan cuenta de lo que les está ocurriendo y llegan a tener alucinaciones, delirios persecutorios y conductas extrañas.
Frente a este panorama resulta inquietante saber que el financiamiento destinado por la poderosa industria farmacéutica mundial al desarrollo de nuevos medicamentos está en picada a pesar de los promisorios avances en genética. Durante los tres años previos casi se han suspendido inversiones para nuevos tratamientos en depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia y otras enfermedades psiquiátricas, incluyendo demencia.

Fuentes para la elaboración de este artículo: “The New England Journal of Medicine”,
Diario “El Economista, México y Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid, España

Twitter:@PardeyBlogger
e-mail: pardeyblogger@gmail.com

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