El Parkinson, uno de los
grandes misterios
que oculta la mente
Ayer se conmemoró el Día Mundial del Mal de Parkinson, que se
instituyó en el año 1997, por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), coincidiendo con el nacimiento de James Parkinson, neurólogo británico
que en 1817 descubrió lo que en aquel tiempo llamó parálisis agitante.
El Mal de Parkinson es una enfermedad de carácter degenerativo que
afecta a muchas personas a partir de los 50 años. En los Estados Unidos, según
la Fundación de Parkinson mundialmente hay poco más de 10 millones de personas
diagnosticadas.
Ese temblor que no cesa
El Mal de Parkinson, que afecta a 2 de cada 1.000 personas (en la
quinta década de la vida), es de origen crónico, desencadena una serie de
síntomas que van desde la agitación (temblores) a la dificultad en el caminar y
demás movimientos, hasta la coordinación incluso del habla.
Luego, en los 80 fue detectada la causa subyacente de la enfermedad:
la pérdida de células dopaminérgicas, principalmente a nivel de la sustancia
negra. Se presenta por la destrucción gradual de las células nerviosas de la
parte del cerebro que controla el movimiento muscular y es un daño que empeora
con el tiempo. Se desconoce la razón exacta por la cual las células del cerebro
se desgastan. Este trastorno puede afectar a uno o ambos lados del cuerpo, con
grados variables de pérdida de la función.
La insuficiencia de dopamina altera el equilibrio entre las sustancias
que envían las señales nerviosas (transmisores) y, en ausencia de ésta, las
células nerviosas no pueden enviar mensajes en una forma adecuada, ocasionando
la pérdida de la función muscular.
Algunas personas con mal de Parkinson pueden presentar una depresión
severa, lo cual puede deberse a la pérdida de dopamina en ciertas áreas del
cerebro relacionadas con el placer y el estado de ánimo. La falta de dopamina
también puede afectar la motivación y la capacidad de realizar movimientos
voluntarios.
Lo que se sabe es que para ayudar a controlar el movimiento muscular,
las neuronas utilizan un químico cerebral, llamado dopamina. El mal de
Parkinson ocurre cuando las neuronas del cerebro que producen la dopamina se
van destruyendo lentamente.
Y las neuronas en esa parte del cerebro no pueden enviar mensajes
apropiadamente, llevando a la pérdida de la función muscular. El Parkinson se
extiende por todo el mundo y afecta tanto a hombres como mujeres, siendo muy
frecuente que aparezca a partir de los 60 años. Sin embargo, existe otra
versión precoz que se manifiesta en edades inferiores a los 40 años.
Expectativa de vida
La esperanza de vida del paciente afectado por la enfermedad del
Parkinson es igual al del resto de la población, si recibe tratamiento
apropiado, sin embargo, la calidad de vida disminuye progresivamente a medida
que la enfermedad avanza. La calidad de vida, también dependerá de la manera en
que se haya tratado al paciente, tratamientos agresivos con altas dosis de
l-dopa llevarán a complicaciones en un corto plazo, complicaciones, la mayoría
de veces, imposibles de controlar con fármacos llevando al paciente precozmente
a la cirugía del párkinson. Tratamientos conservadores en fases iniciales con
agonistas dopaminérgicos o inhibidores de la COMT retardarán la aparición de
estas complicaciones, aunque se piensa que de un 20% a un 30% de los pacientes,
serán candidatos quirúrgicos.
Tratamientos posibles
Hoy en día no existe un tratamiento que “cure” el Mal de Parkinson.
Aun así, los avances científicos han desarrollado fármacos que ayudan a mejorar
y controlar los síntomas de tal enfermedad. Sería fácil suponer que entre los
tratamientos farmacológicos figura el suministro de dopamina. El suministro de
este neurotransmisor no resulta eficaz, debido a que la dopamina no puede pasar
del torrente sanguíneo al cerebro.
Pero el tratamiento farmacológico no es el único. También se abordan
intervenciones quirúrgicas para pacientes que ya no responden con el
tratamiento de pastillas; así como tratamientos rehabilitadores donde los
pacientes hacen ejercicios motores que ayudan a mantener el equilibrio global.
Investigaciones en la Universidad de Roehampton en Londres demostraron
que bailar tango y hacer ballet ayudan a mejorar el equilibrio y la
coordinación en los pacientes. En Mexico, la Universidad de Yucatán demostró
recientemente que beber dos tazas de café al día mejora el movimiento en los
enfermos de Parkinson.
Las células
madres, en la Terapia Celular Suiza
Vamos a recordar nuevamente que las neuronas utilizan un químico
cerebral, llamado dopamina, para ayudar a controlar el movimiento muscular. El
mal de Parkinson ocurre cuando las neuronas del cerebro que producen la
dopamina se destruyen lentamente. Sin la dopamina, las neuronas en esa parte
del cerebro no pueden enviar mensajes apropiadamente, llevando a la pérdida de
la función muscular. El daño empeora con el tiempo.
Como tratamiento para el Mal de Parkinson, se está recomendando el
tratamiento con células madres, mediante Terapia Celular Suiza. Este
tratamiento en sus diferentes presentaciones, se basa en la inserción en su
organismo de células jóvenes y sanas, las cuales se dirigen hacia las células
que han perdido su funcionalidad, regenerándolas e imprimiéndoles vigor, lo que
le permite una notable mejoría en los órganos afectados.
Los especialistas advierten que este tratamiento no esta enfocado en
curar el Mal de Parkinson, pero le ayudará como tratamiento paliativo a aliviar
los sintomas de la enfermedad, actuando directamente sobre el sisteman nervioso
central, ayudando al transporte de oxigeno al cerebro. Este tratamiento no es
un sustituto para su tratamiento actual, pero puede ser combinado con el mismo
para obtener mejores resultados
Cabe destacar que es un tratamiento completamente
natural y no es rechazado por el organismo bajo
ninguna circunstancia luego de su ingestión, por el contrario, es asimilado
absorbiéndose por acción entérica para dirigirse directamente a la causa
específica de la afección.
Diez formas de detectar el Mal
de Parkinson
Temblores de manos y piernas. Disminución de la letra al escribir.
Pérdida progresiva del olfato. Problemas y trastornos con el sueño. Dificultad
al caminar o moverse con seguridad. Estreñimiento. Cambio en el volumen de su
voz (voz baja). Rigidez en la expresión facial (aspecto de máscara). Mareos o
desmayos continuos. Encorvamiento de la espalda.
Fuentes para la
elaboración de este artículo: Centro de Especialidades Medico-Quirurgicas,
(Barcelona-España), Diario TalCual,
(Venezuela); Listin Diario, (R.
Dominicana);
Twitter: @PardeyBlogger e-mail: pardeyblogger@gmail.com
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